Creernos menos importantes y andar más ligeros

“Cuando des mucha importancia a algo, puedes darle también mucho espacio y dejarlo ir”
(Pema Chodron)
«Deja ir la idea de que eres Atlas acarreando el mundo sobre tus hombros. El mundo seguiría marchando incluso sin ti. No te tomes tan en serio».
(Norman Vincent Peale)

Reflexión

Gran parte del sufrimiento que vivimos a diario se reduciría sustancialmente si nos diéramos menos importancia a nosotros mismos, a nuestras creencias y a defender la forma que tenemos de ver y sentir el mundo.
Cada uno de nosotros es muy valioso, es cierto, sin embargo, continuamente podemos caer en la trampa de sentirnos o querer ser más que los demás, la trampa de la autoafirmación. Podemos buscar ser los mejores, los más inteligentes, los más apuestos, los más simpáticos, los que tienen riqueza, etc. etc. (cada uno tiene sus propios puntos sensibles) entrando en una búsqueda sin fin. Podemos caer en una lógica aspiracional que, sin darnos cuenta, puede provocarnos una cuota relativamente alta de insatisfacción y sufrimiento. Si buscamos ser o sentirnos especiales, de a poco comenzamos a intentar ser quienes no somos, y mientras no alcanzamos ese ideal (inalcanzable por lo demás) nos vamos sintiendo cada vez más decepcionados y separados de los demás.
Hay un riesgo en vernos a nosotros mismos con demasiada importancia, asumir que nuestras ideas son siempre brillantes, o creer que nuestra emocionalidad posee una relevancia sublime, merecedora de la atención de todos quienes nos rodean, en especial de nuestros seres queridos. Vernos a nosotros mismos con una excesiva seriedad e importancia puede atentar contra el propio bienestar, nos podemos sentir más solos y podemos generar una sensación a veces sutil de sufrimiento, soledad y resentimiento.
Dejar de centrarnos en nosotros mismos nos abre las puertas para mirar a nuestro alrededor con mayor claridad,  podemos observar la naturaleza en sus diversas formas, podemos abrirnos a los demás, reconociendo el misterio del otro. Dejar de mirarnos el ombligo nos permite adentrarnos en un mundo rico en matices, del cual también formamos parte.
Por supuesto, las cosas no giran en torno nuestro y (por suerte) las personas y las circunstancias tienen su propio tiempo y espacio. Cada elemento posee un lugar  particular en el orden de la vida, como afirma el Dalai Lama con su característico sentido del humor: “Es verdad que eres el centro del Universo… al igual que todos los seres del Universo”.
Un antídoto al alcance de todos para no estar viviendo con exceso de seriedad está en ir abriendo espacio en nuestras vidas para la ligereza y el sentido del humor. Hacer la práctica de mirar en perspectiva, dándole menos importancia a nuestras ideas o creencias, sin que esto signifique que tengamos que descuidarnos o tratarnos mal. Al contrario, reconocer que no somos el centro del Universo y que nadie lo es (o que todos lo somos en algún sentido) nos abre a una dimensión relacional, al darnos cuenta de que formamos parte de la compleja trama de la vida.
Vivir con un poco más de alegría y ligereza puede ser un bálsamo ante aquello que tomamos con demasiada seriedad.
Andar más ligero, menos pesado, sonreír y compartir lo que tienes son prácticas que están al alcance de la mano.
                                                               Pausa Mindfulness

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